miércoles, mayo 31, 2006

Búsqueda de piso (I)

Me molesta bastante esa gente que te dice desencajada mientras te tira perdigones en la cara “¡Es que estas cosas sólo me pasan a mí!”. Hoy voy a ser una de esas personas puesto que, llegados a este punto, pienso que las pocas veces que salgo de casa sola atraigo a un montón de seres dementes y extraños (o acaso se me ajuntan por algún motivo, dirán).

Bien, el año pasado, en esta actividad que realizo desde que estoy en Barcelona casi tanto como hacer lo del mear, lo de las pajas y lo del cagar, por este orden, que es la búsqueda de pisos, ya me había pasado una cosa curiosa, un interesante relato que titularé: El hombre del pimpón.

¡Música, maestro! Mirando las novedades del loquo (no se pierdan su sección de contactos), llamé a un número de teléfono cuyo anuncio se veía repetido un montón de días. Me pareció raro pero, como estaba desesperada, llamé. Quedé con este hombre que alquilaba una habitación en su misma casa, para ir a verla.

Piqué al timbre y me recibió un tipo muy raro en calzoncillos, con gafas y calvo. Tenía pinta de gay-depravado, de ésos que no les vale con ser gays sino que van más allá en lo que es su enfermedad sexual y, además, sujetaba una raqueta de pinpón en la mano izquierda.

- Errr, hola, ¿llego en mal momento?

- Para nada, mujer, si te estaba esperando.

Cierra la puerta y me pregunto si ese ruido tan extraño es que ha echado el pestillo. La casa es realmente horrenda, mi futura habitación, que me enseña, parece de cuartelillo, el salón es austero, con unas cortinas rojas aterciopeladas de burdel de mala muerte.

En la casa viven dos chicas más que casualmente están de vacaciones. Yo me tranquilizo con este dato, implica que no estaría sola con este tipo todo el día. Él trabaja dando clases de matemáticas pero lo que realmente le gusta, lo que le apasiona, me explica, es el pimpón. ¿Juegas? Me dice con la sonrisa torcida. Yo, que me gusta verme atrapada en este tipo de situaciones obscenamente surrealistas y que por qué no decirlo, soy un hacha con el pimpón, le contesto que sí.

La mesa no es precisamente reglamentaria; se trata de una mesa de madera bastante grande estilo abuelita colocada en el salón, la red la forman unas carcasas de dvds de contenido gótico-erótico abiertas en el medio.

Mientras jugamos, intento sonsacarle un poco de información acerca del piso pero él está más interesado en darme una paliza a este deporte tan malsano. “¿Y cuánto pagáis por el ADSL?” “Uhmm, poco, casi nada, ¡mira qué bola con efecto!” Después de un rato le digo que me tengo que ir ya, que le diré algo sobre la habitación. Me contesta que aunque no esté interesada, que venga al menos al torneo de pinpón que organiza (ahí mismo, claro), ya que tengo muchas posibilidades para quedar en una buena posición.

Bajo al portal y de repente caigo en la cuenta, ¿dónde demonios vivían esas chicas? Si no había más que su habitación la “mía” y un estudio. ¿Era todo una absurda broma? Me pellizqué el brazo, qué bonita es la ciudad condal.

Después de una semana aún me llamaba para convocarme a ese gran torneo, el anuncio seguía en el loquo.com y me preguntaba a cuántas personas inocentes había atrapado el cabrón del matemático con esa red tendida hacia el mundo ahí fuera.

Ilustrativa foto bienhallada en un linki de www.maciaspajas.com

11 comentarios:

nobody dijo...

Es usted un jodido iman para los zumbados, ahora entiendo porque hicimos buenas migas desde el principio...

ZzazZ dijo...

Hay gente que ha hecho de su magnetismo negocio (Cárdenas), tal vez debería darle algún uso a su don, porque, cielo santo, ¿esa gente realmente existe?

Virrey Mendoza dijo...

Adorada K,
A pesar del pasmo y el terror irracional que he sentido al empezar a leer este post (pues sufría por tu seguridad e integridad física, ya se sabe que los gayos deportistas son, en realidad, taladros humanos a los que les de igual chocho que ochenta) rápidamente he respirado con alivio al ver que te desenvuelves con gran habilidad entre fangosos y desequilibrados, he seguido leyendo y, jijiji, me ha llegado una imagen del futuro, como a Aramís Fuster: encontrarás un piso enorme con buena gente y sin necesidad de hacer "cosas raras".
Ánimo beibi.

Anónimo dijo...

Coño, una troll de BCN.

Menuda zorra estás hecha, gorda de los cojones, fijo que te comes hasta el marco de las puertas.

Folks dijo...

Prueba a buscar un iglú como vivienda. Supongo que encontrarás gente más rara

Anónimo dijo...

Buen afoto del patético turco, parece que se ha meado los pantalones el muy cabrón.

Y cuida tu hermoso culo, k

Kaleidoscope Girl dijo...

Bueno, amigos, esta gente existe y la segunda parte es más demencial.

Y sí, trolle de postal, me pongo tibia a bocatas de panceta cada mañana mientras le hago mamadotes a cualquiera que quiera un lavado de pepino. Por favor, no se meta conmigo, trolle con blogo, que es un tema muy delicado para mí, eh.

dibi dijo...

jajajaj los lunnis al sol jajajajaja ahora lo pillo jajajajajaja

Anónimo dijo...

Deja la ironía, se te da como el puto culo. Mejor sigue limpiando sables y fagocitando bocatas, puta gorda.

Sin acritud, eh? (Eso es ironía).

Berberecho Productions dijo...

Estaba cerca de la calle Hospital? yo visité uno parecido, pero no me invitó al pinpon

Kaleidoscope Girl dijo...

No, qué va, berberechio, estaba por donde entença. Lo del pimpón es que es marca de la casa de luxe, eh x)