Es sábado por la noche y me voy a tomar unas cocacolas lights. Ha llegado al grupo un chico, lo conozco de algo sólo que ahora está muy cambiado, con camiseta a rayas, peinado a lo etarra con pequeñas rastas por detrás y piercing radikal con ka. Me lo presentan y por su nombre acabo de caer en la cuenta de dónde lo conozco.
- Hola, ¿qué tal?
- Hola, creo que nos conocemos, jugabas a tenis conmigo cuando teníamos trece años o así.
- ¿Al tenis? – mira hacia los lados- Mnnn, no, creo que no, eh.
- Sí, sí, seguro
- Igual al frontón en Mareo.
- No, no, al tenis en el Club de Tenis.
- Creo que te estás equivocando.
- Bueno…
Me dedica unas miradas huidizas. Pero qué cojones le pasa a este tío, ni siquiera he empezado con las cocacolas así que estoy perfectamente sobria y, por lo tanto, completamente segura de lo que digo. Conseguir que el puto hippie no reniegue de su pasado como percha para polos de Lacoste se convierte así en mi particular cruzada para esta noche.
2.20 a.m. Me acerco a él de nuevo. “Holaaa…”
- Tus boleas eran las mejores del Club.
- No.
Hay más cosas en la vida que llevar un traje kuko y a la moda. No reniegues de tu pasado. 3.00 a.m. Parece que al tipo no le gusta mucho folclorizar con la gente, se encuentra algo retraído y ni siquiera pasa petas. Pienso que le debe estar martilleando la conciencia por ser tan mentiroso, así que vuelvo a la carga y le doy una segunda oportunidad.
- Hola
(suspira mirando hacia arriba)
- Oye, hay cosas peores que haber jugado al tenis. Hay personas que han matado a otras y cosas así, no tienes por qué renegar de eso, hombre.
- ¡Que no! Yo no he jugado al tenis ¡NUNCA!
Me está dejando como una energúmena y yo sólo quiero respirar algo de verdad en este mar de hipocresía que es la vida, amigos. Le doy un largo trago a la Mirinda y me río un rato con Quique, que está ofreciendo un cubata de meaos con hielo a las mozas. En la hilaridad y ajetreo del momento, derrama parte del contenido sobre su camisa y mis manos. Nos tambaleamos hacia el baño para arreglar este desastre entre risas.
3.30 a.m. Ahora sí que sí, ahora sí que puedes decir que las Fantas se me han subido a la cabeza. Me contoneo lo más femeninamente que puedo con el refresco en la mano, calzo una sonrisa encantadora y casi susurrando en su oído comienzo otra vez…
- Qué bien nos lo pasábamos con el entrenador
- No.
- Qué bromas más cachondas le hacíamos
- No.
- Recuerdo aquella vez que…
- No.
…
Comprobado una vez más que la gente siempre puede superarse hasta alcanzar cotas de deficiencia mental y para no dejaros con mal sabor de boca, os reproduzco una sentencia salida de la boca de mi abuela que deja patente que aún existe la inocencia en un mundo cada vez más hostil:
“Los chicos de ahora son muy sanos, se levantan temprano, que los veo yo paseando por la playa con botellines de agua mineral y todo”.
¡Bien! Un saludo, amigos.