viernes, febrero 09, 2007

Lo que dicen cuando ya no estás

Una señorita se acerca a un hombre en la barra de un bar con una carpeta. “Disculpe, estamos vendiendo cupones. Es para los discapacitados”. El hombre acaba de masticar un trozo de sandwich vegetal y le contesta, tenedor en mano: “Yo ya hago todo lo posible por los discapacitados mentales. La parte de mis impuestos que se va a La Zarzuela creo que es suficiente”. Silencio sepulcral.

Si bien en Kaleitroscopic Town no somos tan radicales, nuestros rostros no han sido surcados por las lágrimas – de la pena- por la muerte de la hermanísima. Desaprobamos toda muerte voluntaria de las clases altas, con excepción de la de Carmina, que murió en la bañera, como los grandes, como Marat.

De todas las horribles cosas que se pueden decir sobre una persona fallecida y que, por lo tanto no se puede defender, se dice, se comenta, según fuentes cercanas que “era una auténtica madraza”. Vale.

Lo que me recuerda esas entrevistas en pogramas (no habrá fe de erratas aquí) como Gente, que rescatan columnas de sucesos perdidas en números olvidados de los periódicos locales. En ellas, una reportera intrépida y cañí interroga al panadero acerca del comportamiento matutino de algún psicópata que, después de acabar con su familia a cuchillo, se pega un tiro en la cara. Y siempre suele ser la misma respuesta: “Era una persona normal, muy educada.” Claro, siempre pedía la chapata por favor.

Mientras el panadero aclara a cámara la personalidad subyacente del sujeto, vemos tras él a unos chavales sonrientes que se empujan unos a otros por salir en pantalla.

Los impúberes no reconocen la compasión ante la muerte de un desconocido y, sin embargo, cualquier madre nos mirará con rostro compungido, dándonos la noticia de la prematura muerte de alguien a quien solamente ha visto por televisión.

Recuerdo un verano en el que encontramos a un muerto en el río. No debíamos tener más de once años. Estábamos en la piscina y se nos cayó la pelota muro abajo. Un niño vino corriendo con la noticia. Antes de avisar a ningún adulto, contemplamos la escena durante unos cuantos minutos. Estaba completamente bocabajo y lo que más asomaba era su enorme culo cubierto por el fango.

Las risas nerviosas comenzaron a aflorar, así como los palos para tocar la parte sobresaliente de su cuerpo. Una niña avisó a sus padres. Creo que estaban tomando el sol en las tumbonas. Nos había jodido el momento. Era nuestro momento. Pero nos obligaron a salir de allí pitando.

Luego vino Antena3. Juro que el ambiente parecía de fiesta. Ahí estábamos un montón de critters muy contentos por haber participado en el hallazgo. Un chaval se paseaba ahuecando las manos como si llevara una cesta sobre el regazo y gritaba: palomitas, golosinas, cocacola…

Todo esto es porque me preguntaba qué era mejor, si un niño risueño hablando a cámara acerca de un desconocido, con la más pura honestidad: “hemos encontrado un gordo en el río.” O tus supuestos hamijos salvando una cualidad de ti más bien pobre y biológica que pasará de imprenta a imprenta y de labio a labio.

Madraza. Qué palabra más horrenda para tu más que estática situación. Sin poder siquiera reprobar con un quedo murmullo. De todas formas, tranquilos todos; si nos ocurriera, no nos vamos a enterar. Y, peor aún, ninguna Reina interrumpirá sus holidays para acudir presta a vuestro entierro. Sois masa.

Durante estos primeros días, los medios se harán eco de testimonios como éste, con el mismo rostro de seriedad que pondrían nuestras dramáticas madres. Cuando la carnaza ya esté lista para el matadero, la comercializarán en divertidos envases, como harían los niños - sádicos sin saberlo - y será tirado al nido de buitres para su análisis y despiece.

No usarán palos para tocar el cadáver, hundirán sus manos en la más que podrida carne. Ya sabéis, nuestro deber es informar.

Ay, ¿quién maneja mi barca, quién? Que a la deriva me lleva, ¿quién?

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo era aférrimo de esta buena mujer.

Eddy Lebowski dijo...

Nunca más bien dicho, aunque te has equivocado en el tiempo de espera para empezar a despedazar el cadaver, pues cuando aun no se ha enfriado ya hay quien (Peñafiel) está lanzando teorías conspiranoicas.

Saludos.

Anónimo dijo...

Quisiera que no se me malinterpretara, muestro mis condolencias hacia todos los fiambres que yacen en ríos, pero que a esas edades se encuentre usted a un tipo muerto y con el culo al aire flotando en el río, es la envidia de todas las pandillas de chavalines. Nosotros, que frecuentábamos mucho campo, mucho huerto, sólo encontrábamos plantas de marihuana y animales muertos pestilentes corroídos por los gusanos, y ah, matrimonios jovencitos follando haciendo posturitas que veíamos a través de las ventanuchas de las habitaciones de sus casetas de campo.

No creo que la muerte, cuanto más escabrosa mejor, deje de ser nunca un espectáculo comercial de altura en los medios de comunicación, sobre todo el que pasa por el filtro corrupto de los tubos catódicos. A mi esto, en la mayoría de aspectos, los más heavys, sensacionalistas, me parece grotesco, insultante. Por eso a veces río por no dar cuenta de mi televisor a hostias. Yo es que soy un chico sensible, pensador y dejo que las cosas me afecten muy pronto.

Mira, un robot espameeador... ¡Dilo algo, mujer!

Anónimo dijo...

espero con ansiedad un pograma monográfico presentado por ese gilipollas, seguro que tratan el tema con mucho respecto

Kaleidoscope Girl dijo...

Ya he desplazado el posti. No quiero tener problemas con la Zarzuela, un género que me gusta desde siempre.

Como diría Toby: ¡abajo, maricón, abajo!

Virrey Mendoza dijo...

Yo es que no creo en la muerte ni en la monarquía.
¿Sabes lo que le dice un niño muerto a otro?: "¿Me das gusantios?"