miércoles, diciembre 20, 2006
Porque el futuro es de los niños
¡Chocolate Sexy! ¡Un aplauso para Chocolate Sexy!
Feliz Navidad y mucho hamor, son ustedes encantadores.
Edito villancico koreano que me he bajado vía Check the cool Wax:
Epatante.
jueves, diciembre 14, 2006
Mis amigos los mendigos
Ni siquiera es la lástima que siento, artificial y egoísta, por sus sucios rostros, pues es finalmente el temor a acabar como ellos, coleccionando cartones impregnados de orina en una Caixa. Eso de la fina línea que nos separa.
No.
Me tienen manía. No sé qué ven en mí, por qué se paran y me escupen sus desechos de palabras. Y ésta es mi última reencarnación y no la quiero joder. O, como dijo Chico Ocaña a un puñado de punkis: "hemos venido aquí a quedar bien".
Tómate otro trago, no me persigas por la avenida gritándome en el oído "seguidores de Pinochet, ¡ESCORIA!", maldito saco de piojos.
El peor, aquel que se quedó mirándome a los ojos durante cinco eternos minutos mientras me fumaba un pitillo en mi propio portal. Portal del Ángel, no me jodas, sábado por la tarde y la calle abarrotada. Tiene que venir hacia mí con la cara costrosa y ladillas en los ojos.
- ¡Fóllate al mendigo, fóllatelo!
No digo nada, se me dibuja una sonrisa socarrona, como siempre que me pongo nerviosa.
- ¡Fóllate al mendigo, que viste mejor que tú!
Me miro los pantalones (es verdad, un tanto raídos) y hago contacto visual con una guiri que nos sonríe como si lo nuestro fuera una discusión de enamorados.
- ¡Nunca encontrarás un hombre! ¡Nunca!
Ya está. Premonición. No puedo escapar, sacar las llaves y darle la espalda no es una opción. La gente me mira y ni siquiera he dicho nada.
- ¡Nunca! ¡Nunca, nunca!
Se va dando patadas a las puertas y a las bolsas de basura. Cuando está a diez metros, aparecen Álex y sus drugos:
- ¿Te ha hecho algo? Porque si te ha hecho algo le partimos la cara, eh.
Recompongo la frase - no, no me ha hecho nada- con las canillas temblando.
Porque tengo un blog y tengo el poder, que lo dice 20minutos, ahora mismo me voy a escribir un articulazo que dejará a todos esos homeless de mierda como lo que se merecen. ¡Ja!
martes, diciembre 05, 2006
Lluvia de amor en la butaca
Era el último día del festival de cine de Gijón. Los que no nos habíamos decantado por la burbujeante chispa chisposa de Eva Hache en la gala de clausura, estábamos esperando para entrar a ver un documental cuya sinopsis clamaba : "experimentación erótica de París a Nueva York y de Tokio a Río".

Como se trataba de la última proyección, la gente regalaba a cualquier maromo que pasara por allí los bonos que les habían sobrado, hartos ya de tanta experimentalización. A mí también me había sobrado uno que ingenuamente pretendía "revender" por el mismo precio por el que lo compré. Pero al momento supe que en ese mercado de la filantropía cuyo lema era "para que no se pierdan", no tenía mucho que hacer.
Así que entré en la sala con el extrabono en mi misántropo y hostil bolsillo - porque donde pago, cago - y poco más.
Nos sentamos en la última fila. En el extremo se encontraba un hombre de unos cuarenta y tantos años, no llevaba ningún tipo de lentes y además estaba sentado solo. Comprendí al instante que era uno de aquellos receptores del bono sobrante de algún alegre popi.
En el suelo había depositado una pequeña bolsa de supermercado. Sin duda, su mujer e hijos podrían esperar por el alimento hasta que él terminara de ver esa obra fílmica (esta hipótesis corre de mi cuenta).
Comienza la proyección, que desprende un tufillo epatador, tratando quizás de abrir los ojos a esta buenas gentes de provincias acerca de cómo se lo monta la gente sexualmente por el mundo. Lo cual tendría cierto sentido si:
- en el ámbito rural no se llevara practicando el bestialismo ( mucho más transgresor que cualquier tipo en mallas zurrándole en el culo a otro) desde tiempos inmemoriales.
- en la ciudad no conociéramos el Internet y por ende rarezas sexuales que dejan al swapping como un juego de niños light y descafeinado.
Aún así, al menos no te entra la modorra, como me había venido ocurriendo, a excepción de la coreana Host, con las otras películas del festival.
Cuando comienza la sección sobre travelos, un ruidito se oye a mi izquierda. Miro de reojo al hombre del extremo, separado de mí por una butaca vacía.
Chofi
Chofi
No puede ser, me dije, no es posible que se esté haciendo el amor. Observo a mi alrededor con el fin de encontrar una mirada cómplice y amiga, para decirnos con los ojos "¡se está haciendo una galoyaca!"
Pero no. Todo el mundo pone su atención en la pantalla, donde un shemalote, de nombre Lucerito, está dándole por el culo a un tarao por las pollas y las tetas todo en uno. Eso sí, con un velo de blur, por lo del erotismo.
Pienso que deben ser imaginaciones mías cuando de repente el tipo cambia de táctica: para acallar el chofi-chof que hace la palma de su mano izquierda contra la carne en barra, comienza a hacer tintinear a un ritmo frenético las monedas que tiene en su bolsillo derecho.
Como los leuros hacen bastante ruido, la chica que tiene delante vuelve su cabeza. Al momento él coge su chaqueta, se la coloca por encima de su mortadela y para de dar el coñazo con las moneditas.
Así transcurren cinco minutos eternos, arriba y abajo. El asco y la fascinación son sentimientos encontrados en mi cabeza. El asco le dice a la fascinación "hola", la fascinación le contesta "buenas noches, ¿te hago un pajote?".
Se acaba la sección travelos, pasan a suspensiones y piercings audaces. El tipo acaba con lo que estaba haciendo, y no me extraña. Diez minutos antes de que acabe el documental, recoge sus cosas y se larga por el pasillo, con el cuerpo encogido.
Y aquí no ha pasado nada.
lunes, noviembre 27, 2006
Pelis de Vietnam (III)

Hay que decir que, en la novela de Morrell, los personajes no eran tan evidentemente buenos o malos como se presentan en la película. Digamos que el Sheriff Teasle está dotado de muchos más matices. Es interesante su faceta de ex militar que en Acorralado casi no se intuye. Por ejemplo, cuando Teasle aparece como el único superviviente de la carnicería perpetrada por Rambo, el Coronel Trautman se pregunta por qué motivo su muchacho- una máquina de matar- ha dejado con vida al Sheriff. Al examinar el expediente de Teasle, se da cuenta de que éste había prestado servicio en Corea:
− La mención y la medalla estaban colgadas de una pared de mi oficina. Las vio. No sé si significaron algo para él.
− Por supuesto que significaron algo para él. Eso es lo que le salvó la vida.

He sentido la necesidad imperiosa de daros a conocer su estampa de escritor molón, a vuestra izquierda. No puedo dejar de encontrar, en esta imagen, paralelismos alucinantes con la figura del amigo - ¿tú me quierej, gitana?- Julián Muñoz.
Quiero irme a casa - me lo repite una y otra vez - quiero conducir mi Chevrolet.
¡Y no consigo encontrar sus piernas! No encuentro las piernas...
-
Los críticos cinefagosos hablan de ella como la película más fiel a la guerra en términos de recreación de la batalla, equipamiento y jungla (repleta de mosquitos, sanguijuelas y serpientes).
Sin embargo, no puedes contentar a todo el mundo. En una proyección que Stone organizó exclusivamente para los veteranos de Vietnam, se dieron posiciones encontradas entre aquellos que habían realizado el servicio durante los primeros años de la guerra -quienes manifestaron no haber vivido de esa forma las situaciones expuestas en la película- y los que combatieron durante los últimos años, que confirmaron todas las apreciaciones de Stone, incluídos el tema del fragging y las drogas.
La divergencia de opiniones acerca de lo que significó Vietnam está relacionado con el recrudecimiento de la guerra. Y unos pocos años de diferencia podían implicar batirte entre unas posibilidades mucho más altas de morir, lo que conllevaba el clima de inmoralidad en el que se mueven los soldados de Platoon. Lo expone el mismo Sargento Elías cuando Chris le pregunta si cree, como Burns, en lo que hace, y responde: "en 1965 sí, ahora... no".
Parecido tuvo que ser el sentimiento de nostalgia de tiempos pasados que, en la realidad, oyó explicar Ronnald J. Glasser a un soldado: "Me gustaban más cómo eran las cosas en el 66. Entonces era, más o menos, una guerra entre hombres. Ahora estás tranquilamente sentado y saltas por los aires. Esto no tiene gracia".
El debate de la peli se centra en la visión de dos hombres, Elías y Burns. El primero es un tipo que ayuda a los novatos, tiene principios que aún conserva entre el caos rondante y además comparte humo a través de su M16. Concluimos que Elías es gente maja:
Por otra parte, tenemos a Burns, un personaje al que amamos y odiamos por igual. Cómo no lo vamos a amar en el momento en que llega al grupo de fumetas que están confabulando su muerte y les espeta:
"Estáis fumando esta mierda para huir de la realidad. Yo no necesito esta porquería. Yo soy la realidad. Así ha sido siempre y así será."