- ¿Ese gordo qué anuncia? ¿Magdalenas?
- No, tío, no. Es ése… sí, ése, lo tengo en la punta de la lengua, ¡el que hizo Torrente!
- ¿Ese gordo qué anuncia? ¿Magdalenas?
- No, tío, no. Es ése… sí, ése, lo tengo en la punta de la lengua, ¡el que hizo Torrente!
Poco que contar sobre este tiempo en búsqueda del mojo. Aprendí que los seres humanos y las hormigas pueden convivir en el medio urbano en completa armonía; cavé una zanja con mi padre, tuvimos una conversación de hombre a hombre y encontramos una mina de azabache; me compré un volksauten; intenté iniciarme en el noble arte de la cetrería (en vano) y fui abofeteada por un camarero psicópata al que no le agradaba que me comiera el pan antes de que se sirviera la comida.
EXPONE:
Que dicho viaje no tiene una duración determinada y que en el transcurso de éste no es condición indispensable el dejar EL MEDIO, por lo cual es muy posible que la autora se manifieste en cualquiera de sus múltiples personalidades, mediante el - nunca llamado pero lo hacemos ahora- “trolleo consentido”, ya sea con swing o sin swing.
- ingestión masiva de orfidales
- bloqueo mental ante dilemas metafísicos y/o preguntas sin respuesta tales como “¿dónde está la mosca, aquí o allí?”
en Kaleito Town a 23 de marzo de 2007
Estoy apurando una copaza de vino con Sara. No la veo desde hace mucho tiempo porque hemos tomado caminos diferentes en la vida: ella, más dada hacia los bienes materiales y yo, intentando alcanzar desde siempre la vida espiritual propiamente dicha. Vaya, que soy una pringada sin coche, sin hipoteca y sin ganas para ello.
Pero para entender esta relación de amistad, cuando ya no tenemos nada en común, hay que remontarse a la guardería, donde atravesamos nuestra fase anal juntas, metiéndonos margaritas y canicas por el culo. Más adelante, nos encontraríamos en el colegio, pasaríamos los veranos en los mismos campamentos (mar, montaña y granjaescuela, la santísima trinidad de nuestros padres) y soltaríamos gallitos de pubertad en los karaokes cantando la de: ni tú ni yo nos dimos cuenta que tras sus tetas no había corazón, sólo ambición uoooouooouoooo… Y tal.
- Supongo que por la misma razón por la que nos apuntaban a música, natación, inglés, volleyball, radio, escalada, taller de matemáticas, piragüismo, bailes regionales, teatro…
- ¡Y a “orientación”!
- Es verdad, grandes gymkhanas las de “orientación”.
- Deberíamos ser putos genios ahora.
- Y con unos cuerpos esculturales, además. ¿Qué coño ha fallado?
- Ni idea.
- Oye, ya me acuerdo de por qué nos apuntaron a esa clase en concreto.
- ¿Por?
- El profesor era amigo de mis padres.
- Vaya. No es el primer pederasta que tus padres ponen en nuestro camino.
- ¿De qué hablas?
- Del escritor ése…
- ¿Lo conociste tú también?
- Sí, claro.
- Pero ése no era pedó-filo, era un viejo verde nada más.
- Qué dices. Salió en los periódicos.
- Salió en UN periódico. Ni siquiera lo denunciaron.
- Bah. Era asqueroso.
- Es posible, lo cual no lo convierte en violador de niños.
- Si el río suena…
- Lo que tú digas.
- Pues yo no tenía gimnasia.
- ¿Cómo que no?
- No, yo iba a la clase B.
- Ah, es verdad.
- Llevaba falditas.
- ¿Falditas de cuadros?
- Sí, joder.
- Ja-ja-ja. Señala en el muñequito dónde te tocó, Sara.
- No tiene gracia. Además no me tocó.
- Ya lo sé. En aquella época no se habría desviado aún.
- Oye, ¿quieres ver las fotos del parquet? Es que me tengo que ir en cinco minutos
- Claro.